sábado, 23 de marzo de 2013

El papel del 'juglar' en la didáctica de la gramática

No hay libros de fórmulas mágicas que valgan cuando de aprender una lengua se trata, ni siquiera de gramática. Así nos lo muestran Lourdes Díaz y Mª José Hernández en su artículo Gramática y comunicación en la clase de español como lengua extranjera, en el que abordan los conceptos de gramática y comunicación, para después, sirviéndose de un cuento, centrar su exposición en la didáctica de la lengua.

No es lo mismo hablar de gramática como norma, que como modelo teórico de análisis lingüístico, o como el conocimiento de la formulación metalingüística de las reglas gramaticales interiorizadas como hablantes. Tampoco lo es lo mismo cuando nos referimos a las reglas que rigen el funcionamiento de una lengua, o a una gramática pedagógica. Nos muestran pues una amplia diversidad de valores de la palabra gramática, todos ellos relacionados y con diversos grados de dependencia.

Comienzan así su reflexión sobre la necesidad de que la presentación de los contenidos gramaticales partan de una descripción de la lengua basada en un análisis del uso del español. 

El estudiante de español como lengua extranjera a lo que realmente aspira es a ser usuario de una nueva lengua, a ser capaz de comprender mensajes orales y escritos y de producirlos, a comunicarse. Por ello gramática y comunicación son términos indisociables.
La gramática no es un ente autónomo que puede enseñarse disociado de la comunicación, puesto que los estudiantes aprenden gramática cuando hablan, escucha, leen o escriben, y piensan sobre ella en las clases de 'gramática', en las que en realidad, se realizan procesos metalingüísticos de reflexión que no siempre garantizan la adquisición e interiorización de reglas.

Y es así como las autoras del artículo nos introducen en su Érase una vez... Un cuento en el que, de la mano del príncipe empeñado en aprender la lengua de una princesa para poder casarse con ella, ponen de manifiesto cómo ni aún con el libro de fórmulas mágicas que "recoge las frases más correctas, elegantes y cultas del reino"; ni practicando la lengua oral con "aparatos mágicos" que permiten la repetición de estructuras se consigue hablar una lengua.
Una aprendizaje en el que sí son eficaces "compartir cosas, discutir y mostrar interés por otros cuando hablan";, en el que no tiene lugar el miedo a equivocarse y cometer errores, porque , "de los errores se aprende", y en el que el propio príncipe, el aprendiz, "valora su propio proceso".

Pero en esta historia, también tiene un papel destacado el juglar, quien se convierte en un acompañante del proceso de aprendizaje que, como conocedor de las reglas de uso de la lengua, facilita el camino del príncipe.  
Concluyen las autoras con una invitación a "ser todos juglares, observadores de la lengua y facilitadores de procesos de aprendizaje", a dejar a un lado el papel de geniecillos portadores de 'recetas' que pueden conducir al fracaso de la comunicación.



No hay comentarios:

Publicar un comentario